14 febrero 2008

CONFLICTO


“Ten cuidado con él, que es una persona muy conflictiva…”

Es más que probable que hayamos oído esta expresión, o similar, más de una vez. Seguramente el emisor del mensaje intentaba llamar la atención del oyente sobre los problemas que causaba una determinada persona en sus relaciones habituales. Por supuesto que hay personas más problemáticas que otras pero, me pregunto, ¿tiene que tener el “conflicto” siempre y necesariamente una connotación peyorativa o negativa?


El conflicto, al menos como quiero plantearlo, pudiera ser considerado como una “herramienta”. En principio no tiene por qué ser malo; de hecho, muchas veces es un instrumento positivo ya que permite aflorar, sacar a la luz, circunstancias que, de otra manera, permanecerían fuera de los “focos” y, consecuentemente, podrían ser fuente de problemas aún más profundos. Lejos de solucionarse, la tendencia natural de los problemas que no salen a la luz es el “enquistamiento” y la reproducción sorda y soterrada de dichos problemas.


En entornos organizativos anquilosados, que funcionan meramente por inercia, el conflicto es valorado como un enemigo a batir. Todo lo que se salga de lo rutinariamente previsible es visto como una fuente de problemas y las personas que, hablo siempre de la buena fe, plantean escenarios de mejora y evolución son acalladas violentamente o, lo que es peor, desde el desprecio sordo y continuo que termina por aburrir al más entusiasta.


La tendencia natural de las organizaciones, salvo raras y honrosas excepciones, es la de sobrevivir. Determinadas personas, lejos de ser el alma y motor de las mismas, utilizan sus puestos (“laboriosamente” conseguidos, a veces) para perpetuarse en rutinas que justifican su presencia en las mismas. Aportan poco o nada, sobreviven parasitariamente de los espíritus entusiastas que generan proyectos y ganas de trabajar, se asientan en prácticas endogámicas cuyo único objeto es promocionar a otros espíritus similares…


El “vampirismo” es, una vez más, la metáfora que explica con rizos literarios ese tipo de conductas. El vampiro organizativo teme al conflicto porque cuestiona sus débiles cimientos, logrados a base de “trapicheos” y mercadeos, lejanos –en muchos casos- a una sólida base profesional y humana.


En cualquier organización de mediano tamaño no es raro encontrar a este tipo de personajes que hurtan el mérito ajeno, ponen zancadillas e intentan arribar a puestos de poder (al menos ellos/as así los valoran) para calzarse el traje del prestigio que no pueden conseguir por medios legítimos y propios.


Intentan cercenar cualquier atisbo de crisis sin valorar el potencial creativo y, por qué no, positivo que ésta puede tener si se gestiona adecuadamente.

Un conflicto puede permitirnos mejorar todo aquello que permanece latente y perjudica el funcionamiento de una organización. Un abordaje creativo del mismo, implicando a los agentes o personas, poniendo sobre la mesa las cartas y negociando soluciones provechosas para todos puede ser motor de mejora y calidad (ya hablaremos de esta última en otro momento).


Aquí recuerdo el título de un libro muy curioso que arrojaba mucha luz sobre la gestión de los problemas y conflictos; su planteamiento era muy sencillo: "Una queja es un regalo"¿Por qué no...?


5 comentarios:

belijerez dijo...

Yo siempre digo en casa; Nunca una queja sin una propuesta. Funciona muy bien.

Gracias por compartir.

Azahara Casanova. Proyecto cara de col dijo...

Una queja es un regalo. Estoy de acuerdo. Lo que ocurre es que muchas veces, las quejas van acompañadas de un lenguaje corporal y expresiones o formas que denotan cierta frustración. Eso coloca una barrera inmediata, creo, ante el interlocutor, que suele ser complicada de solventar con gracia...jeje.
¡Saludos!

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo "Una queja es un regalo" siempre y cuando vaya acompañada de una propuesta. Buen artículo Gracias por compartirlo.Besos muchos!!!

Salva2r dijo...

El tiempo no cambia los comportamientos, ya sean individuales o colectivos (me ha parecido que el articulo es de 2008), y las quejas o conflictos aunque tengan connotacion positiva para la resolución de actitudes o la puesta en escena de un diálogo, comunicación en definitiva; a la persona que le vayas con el cuento, va a entrar al trapo con las uñas afiladas pues no somos capaces de reconducir positivamente ese conflicto o simple queja. Saludos

Malania Nashki dijo...

Nada ni nadie es perfecto en la vida. Y nadie es dueño de la verdad absoluta. Hay gente conflictiva por naturaleza y todo lo que observa lo ve mal. Pero también hay gente que ve como conflictivo a aquel que cuestiona algo con el objetivo de mejorar. Por eso también opino: a una queja es propicia una posible respuesta o al menos una propuesta.

El tigre herido...