11 febrero 2008

MALTRATO: SOLUCIÓN..?



MALTRATO: SOLUCIÓN?

No nos debe llamar a engaño el título de este artículo ya que no creo que haya “recetas” fáciles ni tampoco inmediatas para solucionar un fenómeno tan complejo y lleno de aristas. No obstante, una vez que vamos profundizando en el conocimiento de las dimensiones del problema podemos apuntar una serie de indicaciones de interés para paliar, al menos, algunas de las graves consecuencias del maltrato-acoso.

Sin ánimo de agotar el tema me atrevo a sugerir una serie de planteamientos que pudieran ser objeto de reflexión. Ahí vamos…

Uno de los principales objetivos estratégicos del acosador-maltratador es aislar socialmente a la víctima. Consecuentemente, habrá que intentar –por todos los medios a su alcance- evitar que esta circunstancia se produzca. Por supuesto, dependerá de cada caso en concreto, pero será necesario que las víctimas no pierdan el contacto y perseveren en sus lazos afectivo-sociales con personas de su entorno (familiar, laboral,…). Adicionalmente, será muy recomendable la búsqueda de actividades alternativas que intenten ampliar la red de contactos sociales. En ello, los recursos institucionales pueden servir de ayuda; al tiempo que todas aquellas actividades que generen satisfacción personal y refuerzo de la autoestima.

Otro de los fines que persigue el acosador-maltratador es socavar la energía (física y mental) de la víctima. Por ello, sería necesario mantener una buena forma física, al tiempo que perseverar en que los continuos desplantes, agresiones y ataques no afectasen demasiado al psiquismo de la víctima. Ello parece fácil de decir pero, sin duda, puede ser muy difícil de lograr. Lo que tiene que tener claro la víctima es que una vez que el acosador-maltratador ha “fijado” su objetivo de ataque no conseguirá que la tormenta amaine si se pliega a sus amenazas y agresiones. Todo lo contrario. La sensación de dominio se incrementará en la medida en que la víctima aparezca como algo (incido aquí en la despersonalización y “cosificación”) cada vez más vulnerable. Por ello, lejos de “dejar pasar la tormenta” habría que incidir en afrontar activamente la agresión y no plegarse a ella, con la esperanza vana de que el acosador-maltratador se conforme con su victoria.

Finalmente, por ahora, hay un tipo de acoso (laboral y entre iguales) que suele producirse con la presencia de un público impasible que, por diversos motivos, refuerza la agresividad del atacante. Es necesario (y difícil, a un tiempo), que este público cambie de actitud. Habría, una vez detectados, que trabajar con ellos para que dejaran su actitud indiferente y comprendiesen el profundo destrozo emocional (y físico, la mayoría de las veces) que están contribuyendo a dejar crecer con su actitud evasiva y “pasota”.

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