Despertar... una mañana y darte cuenta que las ataduras que te mantenían anclada a situaciones y momentos asfixiantes han roído tu curtida piel, surcando un profundo cauce por donde podrías exudar todo lo que has sufrido, todo lo que has callado estos años...
Por los niños, por su carácter, por el entorno, por el trabajo.... ¿dónde estás tú? El sufrimiento no es menor por cronificarse; es más, penetra más profundamente en el tejido e inunda el espíritu de ponzoña de la que es muy difícil deshacerse.
Despierta y comienza a caminar por la vía que elijas, la tuya. Por mucha broza que hayan acumulado los raíles, podrás hacerlo...
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