Como buitres carroñeros... se apelmazan en torno a la víctima, esperando que exhale un último suspiro; la última y definitiva muestra de que el hálito vital ha abandonado su maltrecho cuerpo. Se miran entre ellos, expectantes y ansiosos, deseando cobrarse la carne de su presa, largamente ansiada y anhelada. Ante los últimos estertores, aletean y dan brincos pusilánimes y timoratos para alejarse de un eventual zarpazo que, en su miseria, los deje malheridos y no les permita disfrutar del festín. Son cobardes... pero no ignorantes.
Fuerza y Honor.
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