Acosar, acorralar, perseguir y atacar es relativamente fácil... para lobos hambrientos y despiadados que sólo son capaces de hacerlo en manada. Su valentía, comparable al sainete de la conjura de los necios, se acrecienta cuando la víctima huye despavorida y se acobarda. Hacerles frente, por difícil que pueda parecer, posiblemente los ponga en fuga, exponente máximo de su cobardía genética, y, con el rabo entre las piernas, pretendan exponer al mundo su aparente bondad y carácter pacifista...
Fuerza y Honor.
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