
El tapón, materializado en forma de dolor físico, en el centro de su pecho, le impedía respirar libremente. Todas las facetas de su vida y personalidad estaban siendo aniquiladas por ese bloqueo injusto e irracional, como comenzaba a entender ahora. Comprendió, de una vez por todas, que sus intentos vanos por forjarse un arquetipo acorde con las expectativas de su entorno y de los demás habían sido infructuosos y la estaban matando lenta y dolorosamente.
La palabra dolió al salir, arañando las capas más suaves de su garganta hasta impedirle pronunciarla. La quemazón era insoportable. Poco a poco, lentamente, aprendió a pronunciarla suavemente, despacio, sin prisas.... acariciándola con sus labios... y entendió que todo comenzaba a fluir nuevamente. Tranquilamente, en esos espacios íntimos que ahora se reservaba para sí misma, comenzó a recitar su mantra. Había comenzado a quererse a sí misma y sólo así podía comenzar a querer a los demás...
Blanco y Negro.
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