06 octubre 2015

LA PRECEPTIVA ARENGA

"... y cada uno de vosotros contribuirá de manera efectiva y eficiente al cumplimiento de los objetivos de esta organización. No lo dudéis. Vuestra aportación, por nimia que pudiera parecer, representa un importante valor añadido, en términos humanos y profesionales. Ni que decir tiene, lo podréis comprobar por vosotros mismos, que estoy a vuestra entera disposición, abierta a cualquier sugerencia que me queráis hacer llegar. Mi despacho tendrá siempre las puertas abiertas para atenderos y escuchar vuestras demandas y peticiones.
No concibo otra manera de trabajar que hacerlo en equipo. Las sinergias que genera una actuación coordinada e integrada de voluntades, con unos objetivos comunes y compartidos, es mucho más potente que la suma de esfuerzos inconexos. La dispersión no debe ser confundida con la autonomía. Esta última tiene perfecta cabida dentro de un marco de trabajo como el que os planteo. Por tanto, una vez trazadas las directrices prioritarias, tendréis la capacidad de ejercer cada una de vuestras competencias de una manera autónoma y responsable.
Dicho todo lo anterior, sólo me resta deciros que es un honor para mí compartir este nuevo ciclo personal con vosotros, profesionales responsables y honestos que contribuirán con su esfuerzo y trabajo al cumplimiento de la misión y objetivos de esta corporación que me honro en dirigir ¡Manos a la obra!"

Se quitó lentamente las gafas y masajeó la cuenca de los ojos. No le había quedado mal la arenga. Aunque le gustaba, y se jactaba de ello, hablar en público sin necesidad de leer sus intervenciones, le aportaba una mayor tranquilidad el hecho de tener el discurso escrito en sus manos. Siempre le podía sobrevenir un bloqueo mental en el momento más inoportuno y su imagen personal, que tanto trabajo le estaba costando construir, podría quedar dañada de algún modo. 

Se movía, a su juicio, en un mundo de buitres carroñeros que ante la menor muestra de debilidad asaltarían sus despojos para exprimirle los jugos. En cualquier caso, esperaba que su tránsito por este destino actual fuese breve. Sus expectativas eran mucho más altas y así se lo había hecho saber a su mentor. Esta vez no había podido ser. Tocaba resistir de la mejor manera posible en este frente de guerra hasta que la situación fuese más propicia y su carrera profesional pudiese seguir evolucionando acorde con su legítima y desbordante ambición.

Dio por terminado el discurso. No estaba dispuesta a perder ni un minuto más del estrictamente necesario con esa jauría de perros de presa. Como siempre, tendría que localizar y embaucar a un pelota servil y abyecto que, suficientemente alimentado en su frágil ego, le hiciera el trabajo sucio y la protegiera. Siempre, con los matices particulares de cada entorno, era lo mismo.

Se levantó de su mesa para asomarse por la ventana de su luminoso despacho y descansar la vista. En unos minutos daría instrucciones a su secretaria para que convocara a los estúpidos de sus subordinados. Suspiró...


8 comentarios:

Anónimo dijo...

Un personaje interesante y reflejo fiel de algunos con los que me he cruzado en mi andadura profesional, son tal vez esos daños colaterales en los que la soberbia y el deseo de de encumbrar, los demás son solo nuestra herramienta, a los que hipnitizamos con buenas letras. En tu línea amigo. Muy buen relato. Creo se merece este personaje más líneas, que seguro llegán pronto.

Unknown dijo...

Arenga polivalente. Me suena. Qué claro se ve desde fuera ese párrafo del "Mito del Eterno Retorno".
Muchísimas gracias. Besazos rellenos de ILUSIONES FRESCAS.😘☀️🎈

Luy Albertos dijo...

¿De qué me suena este relato...? ¡Qué verdad es que la realidad supera a la ficción! Gracias. Un saludo.

Fe r dijo...

He tenido oportunidad de conocer a varios personajes como el que tú tan magistralmente describes en tu relato, Juan Antonio, y doy gracias, porque de esta gente se aprende exactamente lo que uno no desea ser en la vida.

Un abrazo!

Fer

Anónimo dijo...

Interesante. Cuéntanos si se deja la vida en la escalada.

Cruz Méndez dijo...

Estupendo. Cuéntanos si se deja la vida en la escalada.

Cruz Méndez dijo...

Interesante. Cuéntanos si se deja la vida en la escalada.

Mila Gomez dijo...

No quisiera toparme con uno de esos la verdad, Solo con la arenga que preparó ya levanta ánimos y consigue lo que se propone. Él arriba y los demás por debajo, que soberbia.
Un relato agradable de leer y pulcro en sus letras, como es tu costumbre.

Un abrazo.

El tigre herido...