10 noviembre 2020

La Ley del Talión y el Síndrome de Estocolmo.


Entre los sórdidos territorios de la Ley del Talión y del Síndrome de Estocolmo transita un caudaloso y, en apariencia, apacible río. Lo cruza un desvencijado puente cuyo esqueleto testimonia las sordas batallas que las almas atormentadas que lo atravesaron libraron con su conciencia y el entorno que se dibujaba en cada orilla. 
Las sirenas suecas, mercenarias a sueldo de los amedrentados ectoplasmas tribales que habitaban en ese oscuro territorio, invocaban plegarias con el corazón encogido y el rabo entre las piernas... Algunos transeúntes, siguiendo un impulso humano y misericordioso, se acercaban al mismo para comprobar, presas del pánico, que las frágiles tablas que pisaban se quebraban fácilmente y caían al oscuro río, que discurría indolente y apacible. 
El dilema moral de cruzar el puente, en uno u otro sentido, se configura como un acertijo milenario que cada cual debe resolver con solvencia, destreza y agilidad. Nunca hubo recetas para cruzarlo...

Fuerza y honor. 

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