Con mis mejores deseos, espero que estas fechas tan señaladas nos sirvan para reencontrarnos con nosotros mismos, con la esencia de aquello que añoramos ser.
Que la vorágine de los días, acontecimientos y estrés vital que nos consume diariamente por dentro no nos impida desarrollarnos plenamente mientras que, anhelando un futuro quimérico que nunca llega, olvidamos, lamentablemente, disfrutar del presente.
Hola. En estos tiempos, donde la vorágine consumista nos inunda hasta niveles impensables, recordemos que no siempre "más" significa "mejor". Muchas veces "menos" es "más". De tanto correr y acumular, nos olvidamos de saborear aquellos placeres que tenemos en nuestras manos, que rápidamente pasan a ser fetiches del pasado, alojados en paredes, estanterías, fotos, muros digitales...
Vivir la vida no es malgastarla con gestos inútiles de cara a la galería, sino vivirla por dentro. Una vez más, un reto al que podemos enfrentarnos o eludir para seguir corriendo, huyendo de todo lo que pueda generarnos desazón y amenace con destruir la búsqueda eterna del hedonismo más estéril y anhelado. Depende de nosotros.
En este día tan señalado, que el parón Navideño nos sirva para reencontrarnos con nosotros mismos y lo que realmente nos importa en nuestra vida.
Me encantó esta frase del genial escritor y me llevó a seguir reflexionando. El TIEMPO, ese bien intangible e inmaterial que difícilmente podríamos definir con exactitud, ya que lo máximo que muchos haríamos sería referirnos a la medida del tiempo.
Es algo sumamente valioso y, además, irrecuperable. Los bienes materiales, dinero incluido, son reemplazables; el tiempo, no. Por tanto, se convierte en algo absolutamente esencial. Cuando se entrega y comparte el tiempo con alguien, además de atenderle, estamos expresándole nuestro afecto, consideración, cariño y amor. Y todo ello lo hacemos porque ofrecemos algo que tiene gran valor.
Por tanto, a pesar de las excusas vacuas, promesas de futuro, manejo de ocupaciones presentes y atención a temas diversos, si alguien no nos respeta hasta el punto de compartir su tiempo con nosotros, lo estamos perdiendo con esa persona; estamos malgastando nuestro tiempo.
Alguien que sólo dedica un porcentaje ínfimo de tu tiempo a los seres, supuestamente cercanos y queridos, está transmitiendo inconscientemente el mensaje de que hay de todo menos cariño. Aunque lo compense con regalos u otros elementos, no conseguirá recuperar ese vacío en el ámbito de la relación. Seamos respetuosos con los demás pero, esto es importante, no olvidemos serlo con nosotros mismos. Si no nos respetamos, difícilmente lograremos que otros lo hagan.
Sientes que en el fondo de tu alma el despecho que anidabas se diluye con los años.
Tú, sin auxilio de recetas, tristes fórmulas de apaño, has logrado escalar el barranco descarnado por el que te despeñaste hasta el fondo de ese infierno, ese gélido pasaje, que habitaste enajenado, más tiempo del que quisiste, donde otros te enterraron. Escalaste, con tus uñas, tus entrañas y tus manos, con los dientes, que dejaste, mordiendo el polvo -olvidados- con aquella fuerza innata que creyeron fulminada aquellos simples espectros que oficiaron la liturgia bendiciendo tu ocaso. ¡Fluye! como el agua que se escapa por las grietas de ese estanque, de esa balsa ponzoñosa donde echaron tus muñones a macerar -olvidados- rodeando con soltura con destreza con cordura esas piedras traicioneras que te siguen arrojando al ver que fluyes de nuevo, al ver que vives sin miedo... Vive, viviendo por ti, vive, viviendo por dentro, vive, viviendo tus sueños.
Muchas veces infravaloramos la importancia de vivir en sociedad. ¿Somos lo que somos porque nos ven los demás o porque somos realmente así? Posiblemente, nos volveríamos locos si no tuviésemos referentes que nos marcasen ciertas pautas y retroalimentasen nuestros hábitos, actitudes y conductas. "Errare humanum est" (errar es humano), por lo que todos, sin que pueda excluirse nadie, cometemos muchos errores a lo largo de nuestra vida. Hasta ahí, nada raro ni de lo que atormentarse.
Me gustó esta frase de Cortázar porque plasmaba de manera concisa y magistral esa realidad indubitable. Necesitamos uno o varios referentes que nos permitan vernos, a nosotros mismos y a nuestras reacciones. Por tanto, aquí el término espejo asume un papel principal y difícilmente sustituible en el reforzamiento y extinción de los roles que asumimos. En particular, vivir en pareja nos puede generar tensión, estrés, satisfacciones, alegrías, disgustos y todo el amplio espectro de circunstancias a las que estamos acostumbrados.
Es la interacción con el otro lo que nos hace crecer y mantener la cordura. Por eso es tan complicado convivir con alguien que no nos permita interactuar, que no nos regale su tiempo, reflexiones, diálogos, comentarios y presencia efectiva. Convivir con un espejo roto nos hará, con casi total probabilidad, enfermar el alma. Nos anulará y encadenará a situaciones absolutamente enajenantes que llevarán, en muchos casos, a querer escapar de la situación y de la misma vida.
Estar solo no es necesariamente malo. La soledad buscada y hallada puede ser reconfortante y enriquecedora. Estar solo estando acompañado es profundizar en la miseria existencial más infamante y destructiva a la que el ser humano puede enfrentarse. Pocos sobrevivirán cuerdos a ese fantasmagórico escenario.
Cada grano de tu tiempo que malgastas sin saberlo representa para ti, para todo lo que anhelas, una herida siempre abierta una pérdida malsana que no cura y te desangra.
Vivir, sin estar viviendo es malvivir, morir por dentro, respirar , a pulmón pleno sin llenarlo de sustento, esa brisa de aire fresco que te insufla algo de vida, lentamente y con desgana, que te llena, acallando tus lamentos. Recupera ya tu espacio reivindica ya tu tiempo desterrando para siempre de tu vida de tus sueños a esos seres miserables, ladrones de aire y de cielo, que se pegan a tu espalda con la excusa de guiarte mientras roban tus adentros. Vivir muriendo por dentro, naufragando, sin saberlo, es traicionar tus anhelos y resucitar tus miedos.