Como habíamos comentado al bosquejar el perfil de nuestro "ángel" en un post anterior, le toca el turno ahora al malo de la película. No malo malísimo, porque no ha matado a nadie, que sepamos, pero con una mala leche que rivalizaría con la de un "cochino matao a pellizcos", ustedes se podrán imaginar, si son capaces de visualizar el tormento del pobre cerdo.
A este sujeto, absolutamente real como la vida misma, también tuve la suerte -siempre se aprende algo, incluso de lo malo- de conocerlo en persona. Desconozco si estaba aquejado de algún trastorno psicológico de tipo histriónico o rozaba la psicopatía, ya que no se encontraban entre los cometidos del rol que desempeñaba yo en ese momento las labores de psicodiagnóstico, pero el personaje se las traía. No había ocasión en la que no mostrara al mundo y a los que martirizaba con sus palabras y bromas mal pertrechadas (como monologuista se hubiese muerto de hambre) lo importante y poderoso que era. En cada ocasión, nuestro amigo era el héroe y sumo sacerdote ante el cual se debía postrar cualquier funcionario, ciudadano o autoridad que osara ponérsele enfrente. Aunque con el tiempo, tanto yo como compañeros muy cercanos detectamos lagunas importantes en sus áreas de (supuesto) conocimiento, no fue capaz de pronunciar nunca una palabra que evidenciara su desconocimiento sobre cualquier tema o cuestión que aconteciera. Prefería, el muy infeliz, coger y meter por una vereda enrevesada y plagada de espinas a mucha gente antes que reconocer que otros podían saber algo más del tema que nos ocupaba en ese momento. Porque, eso sí, era un "enreda" de reconocido prestigio. A veces, aunque no siempre, las soluciones estaban a la luz y era relativamente fácil optar por un camino más que razonable. Pues ni por esas. Llegaba el amigo y comenzaba a ilustrarnos con un quimérico y artificioso discurso que tenía por único objetivo posicionarlo a él como alma máter de la situación y como "solucionador" de cualquier enredo. A veces tenía razon; hay que reconocerlo. Otras, demasiadas para lo que estaba en juego, metía la pata "hasta las trancas", que decimos por aquí, y no se pueden ni tan siquiera imaginar la que había que liar para desenredar la madeja que se había formado por seguir sus planteamientos fantasmagóricos.
Si hubiésemos tenido en cuenta sus "batallitas" e historias lo habríamos nominado para compañero del mes, qué digo, mejor del año. Pero no era así, ni mucho menos. Sin necesidad de escarbar demasiado ni de iniciar una prospección de arqueología social, nos llegaban de vez en cuando traídas por el viento noticias contradictorias con su, en apariencia, brillante discurso. Aquí, donde no llevaba mucho tiempo, quería pasar por amable, elegante e incluso simpático (mi abuela hubiese dicho que tenía la gracia donde las avispas... ya me entienden). Pues, como les acabo de comentar, nos llegaban datos muy reveladores de antiguos compañeros en otros destinos en los que había generado una sensación absolutamente amarga y desagradable. De todas sus amistades posiblemente no le quedaba ninguna, porque tampoco la hubo, creemos. Tuvo que salir disparado de varios destinos (también hay que reconocerle, cómo no, el arte y capacidad para quitarse de en medio antes de quemarse irremisiblemente) cuando el clima que él contribuyó a crear amenazaba con chamuscarle hasta las pestañas. Siempre había un motivo de altura y noble para justificar su cambio de posición, todo menos reconocer que no lo aguantaba ni el ordenanza de la casa. Algún simpático de aquellos que lo habían disfrutado en tiempos pretéritos nos felicitaba por la "perla" que teníamos entre nosotros....
En el fondo, nuestro demonio particular era un ser profundamente envidioso. Pero no se vayan a creer que era indiscriminado en su punto de mira ni que disparaba con balas de fogueo. Focalizaba este oscuro, aunque humano, sentimiento en aquellas personas que tenían un perfil "envidiable" (valga el juego de palabras fácil). Esto es, centraba sus ataques en aquellos compañeros cuya valía era ampliamente reconocida por todos y con un gran arsenal de capacidades profesionales y humanas. Parece como si el éxito y renombre de estas personas le generase un continuo dolor de estómago, una rabia interior que le superaba. Al principio, engañó a muchos. Con el paso del tiempo le vimos centrar sus ambiguas, a veces, y descarnadas críticas y comentarios sobre compañeros que se limitaban a realizar su trabajo con un alto grado de profesionalidad y sin mayores complejos. Parece ser que este enano psicológico -su altura moral era ínfima, como podrán comprender a estas alturas- no podía soportar saberse superado por alguien que, de manera natural y sin "postureo", le superaba en todos los parámetros posibles de comparación. Todos los que estábamos en el "círculo del martirio", esto es, en su cercanía, teníamos la misma sensación; un malestrar profundo a medida que pasaban los días cohabitando, que no conviviendo, con este sujeto. Destrozó el buen clima de trabajo previo a su incorporación y moldeó los deseos de una persona débil, rencorosa, pueril y con una ínfima capacidad de liderazgo para que hiciera su voluntad. Hay que reconocerle, eso sí, la capacidad para la manipulación más oscura y gótica que puedan imaginarse.
Aparentaba todo el día un nivel de ocupación desbordante. A su lado, todos parecíamos vagos y zánganos indolentes echados sobre una tumbona. Pero si analizabas con cierto detalle y perspectiva sus supuestos logros te dabas cuenta de que era una persona sumamente improductiva. Para avanzar un metro, si es que lograba hacerlo, procrastinaba medio kilómetro, enredando a varias personas y al final dilataba innecesariamente procesos que podrían haberse solventado en la mitad o cuarta parte del tiempo. Parece ser que todo lo que él tocaba necesitaba dimensionarse en una magnitud o proporción que se homologase con su postizo y adulterado ego. Todo lo inflaba, todo lo engrandecía pero.... a la postre, generaba muy poca productividad. No tuvimos que ponernos de acuerdo, porque era muy evidente, para valorar sus logros ya que nos dimos cuenta pronto de que no podía aportarnos casi nada a nuestro trabajo como profesionales ni a nuestra vida. Quería controlar la vida y destino de todos los que le rodeaban y era un consumado ratero que robaba y hurtaba subrepticiamente cualquier logro, por pequeño que fuera, o muestra de talento de subordinados y colaboradores. Como él estaba tan vacío y tan hueco, necesitaba vampirizar los logros de terceros. Eso sí, bajo ningún concepto asumía un error o fracaso como propio. Tenía, otra de sus habilidades, una destreza pasmosa para desviar los "marrones" hacia otros, incautos o no, que pasaban por allí. Por eso precisamente, su expediente profesional estaba impoluto, porque siempre había podido esquivar los resultados adversos de sus innumerables desmanes. Hay que tener arte y el sujeto, digno es reconocer esa habilidad, la tenía a este respecto.
Al final, el muchacho tuvo suerte. Cuando se cumplió su tiempo en aquel entorno ecológico, se quitó hábilmente de en medio como por ensalmo. Nadie se enteró hasta esa misma mañana que dejaba su puesto de trabajo por traslado a otro sitio. Dejó empantanados varios temas en los que su espumosa fanfarria nos había metido hasta el cuello. Suponemos que robó simbólicamente hasta donde pudo, en términos humanos y talentosos, y cuando se percató de que aquel huerto estaba suficientemente esquilmado y no había más que fagocitar, dirigió sus miras lejos de allí; lo suficientemente alejado para que los ecos de sus miserias no llegasen hasta los oídos de sus nuevas y potenciales víctimas. Ahora le tocaba a otros más sensatos desbaratar los cimientos de barro y los escombros que había causado su transitoria estancia en el puesto.
Lo crean o no, es posible sobrevivir en muchos entornos corporativos de esta manera. Hay expertos que deambulan tranquilamente por muchos sitios sin que al final de la película les pase absolutamente nada. No todo podía ser perfecto, así de simple.
"La manipulación y el arte de aparentar como estrategia de supervivencia en los entornos corporativos."
No hay comentarios:
Publicar un comentario