04 mayo 2021
El tigre herido...
27 abril 2021
El imperio de la postverdad
La postverdad no es más que una distorsión, deliberada y dolosa, de cualquier realidad que se narra o describe. Eso sí, manipula hábilmente las emociones de los destinatarios, apelando a sus creencias esencialistas, todo ello con objeto de medrar e influir en las actitudes de los sujetos ante los discursos bañados del bálsamo de la postverdad.
20 abril 2021
El mito de la calidad
La búsqueda del Santo Grial tiene su génesis en la literatura artúrica (siglos XII y XIII), aunque se pueden trazar orígenes más remotos a partir de leyendas y relatos celtas mucho más antiguos. En esencia, relata la historia de los Caballeros del Rey Arturo (Mesa Redonda) y su búsqueda del divino objeto usado en la última cena de Jesucristo con sus apóstoles.
El hombre postmoderno está, aparentemente, por encima de estos mitos arcaicos, pero provisto de estadísticas, indicadores, sistemas de medición y otros útiles más sinuosos y sutiles recrea, aunque nos parezca mentira, la búsqueda de nuevos mitos (“Griales” y “Piedras”…) que, sin la carga de lirismo y efluvios románticos que guiaron históricamente a sus antepasados, fundamenten su existencia.
La búsqueda de
Nadie en su sano juicio, aún bajo tormento y tortura, abjuraría de
Aunque se pretenda “normalizar” el término, existen muchas visiones de
Dando por sentado que todos sabemos a qué nos referimos cuando hablamos del citado concepto (lo que es, probablemente, una falacia) el discurso oficial de los “Teólogos de
Bueno sería, digo yo, la búsqueda de planteamientos serios tendentes a lo que son las legítimas aspiraciones de muchas personas: mejorar, evolucionar, solucionar los problemas…. Y eso me parecería magnífico, de verdad. Pero, una vez más, me da la impresión que asistimos a la creación de una nueva casta de mandarines, gurús o sumos sacerdotes que, con mayor o menor acierto, legitimarán con su interpretación de los hechos y la doctrina las actuaciones de los pobres mortales que se encuentran al otro lado del púlpito. Habremos, eso sí, evolucionado; ya no tendremos que sacrificar a un pobre animal (Levítico) o destriparlo para interpretar los designios divinos, sino que nos conformaremos con retirarle (si la tuviese en su poder) o denegarle una limpia y aséptica certificación de Calidad.
Qué le vamos a hacer; ya lo dijo Salomón en el Eclesiastés: “Nihil sub sole novum"… (No hay nada nuevo bajo el sol…).
13 abril 2021
El enredo como estrategia organizativa perversa
Perversión: dícese del "envilecimiento o corrupción, sobre todo si son causados por malos ejemplos o enseñanzas".
07 abril 2021
Orden y desorden social... desde la entropía.
Mantener en equilibrio y dentro de un orden cualquier organización social exige una importante inversión de energía, ya que todo sistema tiende, como evidencia el principio de la entropía, espontáneamente al desorden. Ningún sistema resiste de manera inmutable al paso del tiempo si no se invierte esfuerzo en reparar el desgaste sufrido, sea cual sea la causa.
El concepto de entropía refleja una medida del orden, o desorden, de un sistema físico. El origen del mismo hay que buscarlo en la segunda ley de la Termodinámica, aunque su aplicación a los sistemas sociales no tiene desperdicio y, metafóricamente hablando, arroja mucha luz sobre determinadas áreas oscuras de dichos sistemas.
Aunque no lo parezca, y ello es debido a la pericia de los gestores de los mismos, determinadas estructuras organizativas funcionan de manera fluida y adecuada. Aparentemente pueden no existir unas directrices que articulen el funcionamiento de dicho sistema pero la prueba de que existía un motor detrás del funcionamiento de las mismas resulta patente cuando cambian las circunstancias organizativas o personales y, de la noche a la mañana, ese sistema modélico comienza a presentar pequeñas disfunciones, terminando por “griparse” el motor.
A veces no se valora suficientemente el esfuerzo de personas que, día a día, contribuyen con su prudencia, profesionalidad y “buen-hacer” al funcionamiento de estructuras organizativas diversas. Esa falta de reconocimiento se combina muchas veces con críticas absurdas, infantiles e injustificadas que hacen que las personas atacadas, injustamente, vayan perdiendo poco a poco las ganas de seguir trabajando en todo aquello que hacían por vocación o profesionalidad.
No “quema” tanto el trabajo, si éste es reconfortante y nos permite realizarnos vocacional o profesionalmente, como la injusticia y la desconsideración.
Sería necesario que cada cual hiciera lo que tiene que hacer, respetar al de al lado y ponerse un poco en la piel de los demás (empatía); en suma, algo tan fácil de enunciar pero, parece ser, tan difícil de conseguir como “vivir y dejar vivir”…
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30 marzo 2021
Equilibrio y equilibristas...
25 marzo 2021
La envidia... algunas reflexiones.
23 marzo 2021
¿Tiene el CONFLICTO siempre una connotación negativa?
En entornos organizativos anquilosados, que funcionan meramente por inercia, el conflicto es valorado como un enemigo a batir. Todo lo que se aparte de lo rutinariamente previsible es visto como una fuente de incertidumbre y las personas que plantean escenarios de mejora y evolución son acalladas violentamente o, lo que es peor, desde el desprecio sordo y continuo que termina por aburrir al más entusiasta.
La tendencia natural de algunos miembros de las organizaciones es la de perpetuarse a toda costa. Determinadas personas utilizan sus puestos para encadenarse en rutinas que justifican su presencia en las mismas. Aportan poco o nada y sobreviven parasitariamente de los espíritus entusiastas que generan proyectos y ganas de trabajar, asentándose en prácticas endogámicas cuyo único objeto es promocionar a otros espíritus similares y vivir a costa de los demás.
El “vampirismo” es una buena metáfora que explica con rizos literarios ese tipo de conductas. El vampiro organizativo teme al conflicto porque cuestiona sus débiles cimientos, logrados a base de “trapicheos” y mercadeos, alejados de una sólida base profesional y humana.
En cualquier organización no es infrecuente encontrar a este tipo de personajes que hurtan el mérito ajeno, ponen zancadillas e intentan arribar a puestos de poder para alcanzar el prestigio y estatus que no pueden conseguir por medios propios y legítimos. Intentan acallar cualquier atisbo de crisis, sin valorar el potencial regenerador y creativo que pudiera tener si fuese gestionada adecuadamente.
Un conflicto puede permitirnos mejorar todo aquello que permanece latente y perjudica el funcionamiento de una organización. Un abordaje creativo del mismo, implicando a los agentes o personas, poniendo sobre la mesa las cartas y negociando soluciones provechosas para todos puede ser motor de mejora y calidad.
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19 marzo 2021
Canibalismo y organizaciones: la fagocitación ritual del talento.
En condiciones normales, dicha práctica ha podido ser sistematizada por el simple expediente de incorporar nuevas víctimas a la perversa rueda taylorista de la fagocitación simbólica. Un único problema, la huída -aunque debilitada- de cualquier víctima podría generar por sí misma un fortísimo sentimiento de frustración en el totem fagocitador capaz de aniquilar, de ser atrapada, los restos palpitantes de la osada ofrenda humana que saltó sin pedir permiso del altar ceremonial para recuperarse de sus heridas.
17 marzo 2021
HACKERS
1. No, no vamos a hablar de virus, infecciones, curas y otros menesteres asociados a la Informática. El término Hacker, no confundir con Cracker, va más allá de todo eso. Aunque, originariamente, surgió en el ámbito de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, ha traspasado fronteras y la cultura y ética Hacker se han expandido, afortunadamente, por lugares lejanos y muy diferentes a su nicho ecológico inicial. A comienzos de la década de los sesenta (del pasado siglo, claro está), un grupo de programadores del MIT -a la sazon, el Instituto Tecnológico de Massachusetts- comenzaron a denominarse Hackers. Posteriormente, en los ochenta, los medios de comunicación aludían frecuentemente con dicho término a la caterva de criminales informáticos -los "malos", por simplificar- que se dedicaban a desarrollar virus diversos con objeto de piratear, infiltrar y destruir los sistemas informáticos de propios y extraños. Para evitar malentendidos, los Hackers -los "buenos", queda claro- comenzaron a denominar a esos piratas informáticos Crackers. No voy a hablar ahora de Informática, sino del "modus vivendi" de muchas personas (las llamaremos, también, Hackers). Su modo de ser, pensar y plantearse la vida se parece mucho a lo que comenzó a denominarse "ética Hacker" y no tiene por qué estar relacionado con ordenadores, redes y tecnologías similares. Intentaré explicarme. Muchos artistas, profesores, artesanos, profesionales diversos... podrían ser considerados Hackers porque en ellos se dan una serie de circunstancias que los singularizan. Disfrutan de y con su trabajo, son creativos y llenos de energía, el dinero (una vez que tienen suficiente para vivir) no es el motor de sus vidas, se apasionan con lo que hacen y encuentran tiempo (sí, ese preciado bien) para hacer muchas cosas diversas ya que no conciben el mismo desde el punto de vista de la producción empresarial taylorista... Son personas flexibles y dueños de sus actos, anteponen su libertad personal ante otros bienes más mundanos que, a la larga, acaban convirtiéndose en cadenas e hipotecas vitales insufribles; son antiautoritarios, ya que respetan a los demás porque han aprendido a respetarse a sí mismos... Conviven con el aparente caos y "productividad" de su entorno sin dejarse influir más allá de lo que su espíritu les permite, pero dejando hacer a los demás; predican con el ejemplo, pero no pretenden ser profetas de nada ni de nadie; viven y, simplemente,... dejan vivir.
2.
Max Weber , sociólogo alemán, publicó entre los años 1904 y 1905 una obra denominada "La ética protestante y el espíritu del capitalismo". Básicamente, la tesis que subyace en dicha obra es que el capitalismo evolucionó a partir de la ética protestante (particularmente, el calvinismo), en la medida en que el hombre común adoptó como motor de su vida la ética del trabajo y del esfuerzo. No estamos hablando de que la religión guíe (en un sentido "supraespiritual", valga el término) o haya guiado la vida de estos hombres, sino de las consecuencias socioeconómicas de una ética subyacente que, con la intención de ganar la salvación eterna, incidía fuertemente en los valores anteriormente mencionados. Como consecuencia, entre otras cosas, de esta forma de vida, la "ética del trabajo" se convierte en la nueva "religión", emancipándose de la ética protestante. El "trabajo" sube a los altares y se convierte en la máxima aspiración vital llegando, en muchos casos, a convertirse en una adicción incompatible con otros menesteres, quizás más humanizadores y gratificantes pero, a la sazón, menos productivos. Fruto de esta "ética y esclavitud del trabajo" son muchos de los comportamientos y actitudes que, de manera aparentemente aséptica, pululan diariamente por nuestras calles, empresas y, cómo no, entornos familiares. Por ejemplo, el tiempo dedicado a la familia, ocio y hogar se ha "optimizado" hasta niveles impensables. El Taylorismo ha entrado de lleno en la "vida después del trabajo" automatizando, simplificando y rentabilizando al máximo cualquier fracción temporal que pudiese perderse de manera "improductiva". Los niños y niñas, en los hogares modernos -laicos y/o católicos mayoritariamente, en nuestro entorno geográfico- son educados devotamente en el marco de esta novísima "ética laboral". Sus agendas no tienen nada que envidiar a las de sus progenitores: actividades extraescolares (o durante el fin de semana, vacaciones o festivos) que incluyen deporte, artes, plástica, refuerzo escolar, música, danza, equitación... Y no es que estas actividades estén mal, de por sí; el problema reside, a mi entender, en el uso y enfoque de las mismas. El día se divide, emulando el modelo productivo-empresarial, en segmentos absolutamente codificados y productivos. Todo lo que no encaje en éstos no existe y, lo que es peor, mucho cuidado con dejar alguno de estos espacios temporales sin hacer algo "de valor". El horror al espacio vacío puede ser mucho peor que la condenación eterna. Para conciliar la vida laboral con la familiar -que se dice ahora- se recurre, frecuentemente, a la "subcontratación de servicios": microondas para comidas "preparadas" y precocinadas, guarderías, actividades -programadas hasta el milímetro- de ocio externo... Los padres y las madres se han convertido, en muchos casos, en eficientes gestores de recursos externos -humanos y materiales- que recurren continuamente al mercado para rellenar los segmentos temporales codificados y actuar, de este modo, eficientemente. Nuestro sueño dorado, la "felicidad enlatada", hecho realidad...
3.
La "ética Hacker" supone un revulsivo contra todo este complejo escenario. El espíritu libre de los Hackers les lleva a tener una verdadera pasión por aprender y transmitir lo que aprenden, no guardándose -cual usureros- el conocimiento al que tienen acceso. Para ellos/as la información es fuente de mejora y es necesario "abrir puertas" más que "cerrar cajones". Suelen ser autodidactas de la vida y preguntan, sin complejos, cuando no saben algo. Ayudan, en definitiva, a otros/as a encontrar el conocimiento. Estructuran su tiempo en formatos mucho más flexibles, disfrutando de la vida y sacando momentos de ocio a lo largo de su jornada. Su mismo trabajo, fuente de satisfacción, lo viven -muchas veces- lúdica y creativamente. En los tiempos que corren, en todos los aspectos, ¿podríamos aprender algo de esta nueva ética o, por el contrario, estamos tan cómodos y seguros de nuestros estilos de vida que no nos merece la pena plantearnos un cambio de escenario....?
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