03 agosto 2015

El último tren

Micro


Siempre había querido ser ambidiestro. Ya no había excusas para intentarlo. El motivo era lo de menos. La enfermera esbozó una tímida sonrisa para anunciarme que hoy me darían el alta. 

“Una buena prótesis le hará más llevadera la vida”. 

Cara o cruz, me dije. No había sido mal negocio perder la mano derecha cuando, en el último segundo, pude sacar indemne del andén al chaval de dos años que había caído en él. 

Hay trenes que sólo pasan una vez.



1 comentario:

Unknown dijo...

Hay en el mundo seres humanos excepcionales (te incluyo, querido Juan). Estas personas, además de arriesgar su propia vida, son capaces de ver el lado positivo de las cosas. Nuevas oportunidades donde otros solo verían su propia miseria, ciegos por el dolor y la carencia. El sacrificio es una elección, natural o meditada, que vive en nosotros. Aceptarlo y vivirlo como una nueva etapa vital llena de retos, desafíos y pruebas, puede resultar estimulante. En caso contrario, se debe encontrar la ayuda y la fuerza necesarias para conseguirlo.
Gracias por este post Juan. Un beso.

El tigre herido...