30 marzo 2021

Equilibrio y equilibristas...



Curiosa y manida palabra, donde las haya. De tanta retórica hueca que escuchamos continuamente nos viene la tendencia al uso indiscriminado de palabras y expresiones a las que vamos vaciando de significado.

El desequilibrio es la causa de muchos de los problemas y malentendidos con los que nos encontramos día a día. Conocemos a personas que sin mala intención, o con ella, plantean problemas y escenarios desde una perspectiva desequilibrada. Lejos de intentar la búsqueda de soluciones con armas tan sencillas como el sentido común, intentamos zafarnos rápidamente de los problemas planteando soluciones inoportunas que, a la larga, generan mayor confusión y solucionan poco o nada el asunto en cuestión.

La búsqueda del equilibrio exige un sacrificio que no todos estamos dispuestos a soportar, optando por la solución más rápida y desequilibrada. Recomponer la situación exige tanto esfuerzo que, la mayoría de las veces, no tenemos ni capacidad ni ganas de hacer.

La búsqueda del equilibrio exige también tiempo.

Tiempo y sacrificio son conceptos que suelen estar lejos de las prácticas sociales y personales en la actualidad. El hedonismo que nos rodea por los cuatro costados ha conseguido que la búsqueda alocada del placer nos haga huir de todo aquello que no lo represente, de manera fácil e inmediata.


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25 marzo 2021

La envidia... algunas reflexiones.


La persona envidiosa se obsesiona con demasiada frecuencia cuando observa casualmente o espía los logros de los demás. Puede, en los casos más espinosos y complicados, dejar de disfrutar de su vida o de vivir plenamente porque dedica todo su tiempo y esfuerzo a estar pendiente de los que considera adversarios, todos ellos personas que cohabitan con él, dentro de su entorno vital.


Sufre de manera desproporcionada por cosas que se encuentran fuera de su círculo de influencia, llegando a sentirse agobiado por los triunfos, logros y éxitos del resto de personas que le rodean. En los casos más cruentos, el agobio se transforma en rencor hacia todos aquellos que poseen cualquier bien, material o inmaterial, del que el envidioso no puede disfrutar. Todo ello le provoca una profunda insatisfacción y, paralelamente, socava su frágil ego alimentando un complejo de inferioridad que no hace otra cosa que crecer con los años. 

La persona envidiosa vive con angustia y amenaza los éxitos y la felicidad de los otros, llegando a mantener una competencia feroz y perpetua contra todo el mundo, mientras se consume atormentada por la envidia. No le afecta tanto que los demás tengan las cosas que él o ella desea, sino que llegamos a la cuadratura del círculo perverso y podemos concluir que desean esas cosas, precisamente, porque los demás las poseen. 

La envidia puede adquirir matices muy variopintos y formas de expresión sumamente creativas. No son infrecuentes las críticas, ofensas, difamaciones, venganzas y agresiones que las personas envidiosas dirigen hacia aquellos que han convertido en objetivos a batir. Cuando no consiguen lo que quieren, su única salida es la aniquilación del adversario. Lo intentan por todos los medios a su alcance y su objetivo final es convertir en basura aquello de lo que no pueden disfrutar, sea material o inmaterial. 

Además, es absolutamente compatible la envidia más furibunda con la inteligencia más despierta. Se trata, en este caso, de una combinación letal ya que un envidioso hábil y manipulador, además de inteligente, puede disfrazarse de amigo para asestar el golpe definitivo en el momento más inesperado, cuando los otros tienen todas las defensas desactivadas. En este caso, mientras la hiel que destilan se resbala por la comisura de sus labios, suelen ufanarse de su habilidad, experiencia y arte en contraposición de la torpeza de los pobres infelices que han sido abatidos por sus dardos envenenados. Dado que la supervivencia del que consideran rival les hace tanto daño, intentan, por todos los medios a su alcance, derribar al otro ya que reciben su impulso vital de la creencia, absolutamente falaz, de que nadie es tan perfecto como él mismo. 

El envidioso elabora un arsenal de creencias que le permite superar el profundo sentimiento de inferioridad que le genera su auto-observación. Compensa ese sentimiento desarrollando un complejo de superioridad que le faculta para vivir absolutamente inmerso en la ficción de que posee cualidades, atributos y valores de los que realmente carece. Como consecuencia, se los niega a los demás para, precisamente, defenderse de la agresión que supondría para su autoestima reconocerle esos valores a otras personas. 


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23 marzo 2021

¿Tiene el CONFLICTO siempre una connotación negativa?


El conflicto puede ser considerado como una herramienta y no tiene por qué ser malo. Muchas veces se convierte en un instrumento enriquecedor, ya que permite sacar a la luz situaciones que, de otra manera, permanecerían fuera de los focos y podrían ser fuente de problemas aún más profundos. La tendencia natural de aquello que no sale a la luz es el enquistamiento y la reproducción sorda y soterrada de dichos problemas.

En entornos organizativos anquilosados, que funcionan meramente por inercia, el conflicto es valorado como un enemigo a batir. Todo lo que se aparte de lo rutinariamente previsible es visto como una fuente de incertidumbre y las personas que plantean escenarios de mejora y evolución son acalladas violentamente o, lo que es peor, desde el desprecio sordo y continuo que termina por aburrir al más entusiasta.


La tendencia natural de algunos miembros de las organizaciones es la de perpetuarse a toda costa. Determinadas personas utilizan sus puestos para encadenarse en rutinas que justifican su presencia en las mismas. Aportan poco o nada y sobreviven parasitariamente de los espíritus entusiastas que generan proyectos y ganas de trabajar, asentándose en prácticas endogámicas cuyo único objeto es promocionar a otros espíritus similares y vivir a costa de los demás.


El “vampirismo” es una buena metáfora que explica con rizos literarios ese tipo de conductas. El vampiro organizativo teme al conflicto porque cuestiona sus débiles cimientos, logrados a base de “trapicheos” y mercadeos, alejados de una sólida base profesional y humana.


En cualquier organización no es infrecuente encontrar a este tipo de personajes que hurtan el mérito ajeno, ponen zancadillas e intentan arribar a puestos de poder para alcanzar el prestigio y estatus que no pueden conseguir por medios propios y legítimos. Intentan acallar cualquier atisbo de crisis, sin valorar el potencial regenerador y creativo que pudiera tener si fuese gestionada adecuadamente. 


Un conflicto puede permitirnos mejorar todo aquello que permanece latente y perjudica el funcionamiento de una organización. Un abordaje creativo del mismo, implicando a los agentes o personas, poniendo sobre la mesa las cartas y negociando soluciones provechosas para todos puede ser motor de mejora y calidad.


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19 marzo 2021

Canibalismo y organizaciones: la fagocitación ritual del talento.

Sigmun Freud, en su libro "Totem y tabú" (1912), nos ofrece una descripción del mito de la comida totémica. En la horda primitiva, los hermanos asesinan al padre con el único objeto de adquirir su fuerza y poder ante las mujeres.
Ingerir carne humana, práctica habitual en muchos pueblos indígenas de costumbres antropofágicas, no consistía exclusivamente en una práctica o acto desesperado ante situaciones de carencia extrema de alimentos. Antes bien, está suficientemente documentado por los antropólogos la existencia de un canibalismo entendido como ritual de posesión a través del cual se incorporaban las cualidades del enemigo que, de esta manera, se transferían a la persona que ingería la carne humana. 



Reflexionando al respecto y extrapolándolo a contextos organizativos, podemos considerar que los seres humanos, cuando ejercen el poder y sienten la tentación o necesidad de ejercer el dominio sobre los que le rodean, pueden llegar a practicar un canibalismo de las conciencias e ideas de sus "víctimas". 

No es nada infrecuente que cualquiera de nosotros haya conocido a personas que, en el ejercicio de su poder como gestores de recursos humanos, hayan sido manifiestamente incapaces de organizar y desplegar las facultades necesarias para la gobernación de los asuntos sobre los que eran competentes. Ante manifiesta incompetencia, ejerciendo un poder carente de autoridad, han fagocitado simbólicamente las ideas, el trabajo y la ilusión de esforzados trabajadores que no tenían otra pretensión que realizar correctamente las labores encomendadas.
Esta práctica de antropofagia o canibalismo organizacional tenía como objeto primordial evitar que las personas fagocitadas pudiesen desplegar todo el elenco de energía y habilidades que pudieran ensombrecer la figura totémica provista de pies de barro de sus patrocinadores. Adicionalmente, y en un rocambolesco y perverso ejercicio de reciclaje medioambiental postmoderno, dicha energía no era desperdiciada sino hurtada subrepticiamente para que, tras un proceso de maquillaje burdo y elemental, ser presentada como una fresca flor proveniente de una planta reseca y esclerotizada que, de esta forma, podía revivir temporalmente con apariencia de frescura y lozanía.


En condiciones normales, dicha práctica ha podido ser sistematizada por el simple expediente de incorporar nuevas víctimas a la perversa rueda taylorista de la fagocitación simbólica. Un único problema, la huída -aunque debilitada- de cualquier víctima podría generar por sí misma un fortísimo sentimiento de frustración en el totem fagocitador capaz de aniquilar, de ser atrapada, los restos palpitantes de la osada ofrenda humana que saltó sin pedir permiso del altar ceremonial para recuperarse de sus heridas.


"La fagocitación del talento ajeno como vía de supervivencia de la mediocridad" 

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17 marzo 2021

HACKERS

HACKERS y otras cosas...

1. No, no vamos a hablar de virus, infecciones, curas y otros menesteres asociados a la Informática. El término Hacker, no confundir con Cracker, va más allá de todo eso. Aunque, originariamente, surgió en el ámbito de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, ha traspasado fronteras y la cultura y ética Hacker se han expandido, afortunadamente, por lugares lejanos y muy diferentes a su nicho ecológico inicial. A comienzos de la década de los sesenta (del pasado siglo, claro está), un grupo de programadores del MIT -a la sazon, el Instituto Tecnológico de Massachusetts- comenzaron a denominarse Hackers. Posteriormente, en los ochenta, los medios de comunicación aludían frecuentemente con dicho término a la caterva de criminales informáticos -los "malos", por simplificar- que se dedicaban a desarrollar virus diversos con objeto de piratear, infiltrar y destruir los sistemas informáticos de propios y extraños. Para evitar malentendidos, los Hackers -los "buenos", queda claro- comenzaron a denominar a esos piratas informáticos Crackers. No voy a hablar ahora de Informática, sino del "modus vivendi" de muchas personas (las llamaremos, también, Hackers). Su modo de ser, pensar y plantearse la vida se parece mucho a lo que comenzó a denominarse "ética Hacker" y no tiene por qué estar relacionado con ordenadores, redes y tecnologías similares. Intentaré explicarme. Muchos artistas, profesores, artesanos, profesionales diversos... podrían ser considerados Hackers porque en ellos se dan una serie de circunstancias que los singularizan. Disfrutan de y con su trabajo, son creativos y llenos de energía, el dinero (una vez que tienen suficiente para vivir) no es el motor de sus vidas, se apasionan con lo que hacen y encuentran tiempo (sí, ese preciado bien) para hacer muchas cosas diversas ya que no conciben el mismo desde el punto de vista de la producción empresarial taylorista... Son personas flexibles y dueños de sus actos, anteponen su libertad personal ante otros bienes más mundanos que, a la larga, acaban convirtiéndose en cadenas e hipotecas vitales insufribles; son antiautoritarios, ya que respetan a los demás porque han aprendido a respetarse a sí mismos... Conviven con el aparente caos y "productividad" de su entorno sin dejarse influir más allá de lo que su espíritu les permite, pero dejando hacer a los demás; predican con el ejemplo, pero no pretenden ser profetas de nada ni de nadie; viven y, simplemente,... dejan vivir.


2.
Max Weber , sociólogo alemán, publicó entre los años 1904 y 1905 una obra denominada "La ética protestante y el espíritu del capitalismo". Básicamente, la tesis que subyace en dicha obra es que el capitalismo evolucionó a partir de la ética protestante (particularmente, el calvinismo), en la medida en que el hombre común adoptó como motor de su vida la ética del trabajo y del esfuerzo. No estamos hablando de que la religión guíe (en un sentido "supraespiritual", valga el término) o haya guiado la vida de estos hombres, sino de las consecuencias socioeconómicas de una ética subyacente que, con la intención de ganar la salvación eterna, incidía fuertemente en los valores anteriormente mencionados. Como consecuencia, entre otras cosas, de esta forma de vida, la "ética del trabajo" se convierte en la nueva "religión", emancipándose de la ética protestante. El "trabajo" sube a los altares y se convierte en la máxima aspiración vital llegando, en muchos casos, a convertirse en una adicción incompatible con otros menesteres, quizás más humanizadores y gratificantes pero, a la sazón, menos productivos. Fruto de esta "ética y esclavitud del trabajo" son muchos de los comportamientos y actitudes que, de manera aparentemente aséptica, pululan diariamente por nuestras calles, empresas y, cómo no, entornos familiares. Por ejemplo, el tiempo dedicado a la familia, ocio y hogar se ha "optimizado" hasta niveles impensables. El Taylorismo ha entrado de lleno en la "vida después del trabajo" automatizando, simplificando y rentabilizando al máximo cualquier fracción temporal que pudiese perderse de manera "improductiva". Los niños y niñas, en los hogares modernos -laicos y/o católicos mayoritariamente, en nuestro entorno geográfico- son educados devotamente en el marco de esta novísima "ética laboral". Sus agendas no tienen nada que envidiar a las de sus progenitores: actividades extraescolares (o durante el fin de semana, vacaciones o festivos) que incluyen deporte, artes, plástica, refuerzo escolar, música, danza, equitación... Y no es que estas actividades estén mal, de por sí; el problema reside, a mi entender, en el uso y enfoque de las mismas. El día se divide, emulando el modelo productivo-empresarial, en segmentos absolutamente codificados y productivos. Todo lo que no encaje en éstos no existe y, lo que es peor, mucho cuidado con dejar alguno de estos espacios temporales sin hacer algo "de valor". El horror al espacio vacío puede ser mucho peor que la condenación eterna. Para conciliar la vida laboral con la familiar -que se dice ahora- se recurre, frecuentemente, a la "subcontratación de servicios": microondas para comidas "preparadas" y precocinadas, guarderías, actividades -programadas hasta el milímetro- de ocio externo... Los padres y las madres se han convertido, en muchos casos, en eficientes gestores de recursos externos -humanos y materiales- que recurren continuamente al mercado para rellenar los segmentos temporales codificados y actuar, de este modo, eficientemente. Nuestro sueño dorado, la "felicidad enlatada", hecho realidad...

3.

La "ética Hacker" supone un revulsivo contra todo este complejo escenario. El espíritu libre de los Hackers les lleva a tener una verdadera pasión por aprender y transmitir lo que aprenden, no guardándose -cual usureros- el conocimiento al que tienen acceso. Para ellos/as la información es fuente de mejora y es necesario "abrir puertas" más que "cerrar cajones". Suelen ser autodidactas de la vida y preguntan, sin complejos, cuando no saben algo. Ayudan, en definitiva, a otros/as a encontrar el conocimiento. Estructuran su tiempo en formatos mucho más flexibles, disfrutando de la vida y sacando momentos de ocio a lo largo de su jornada. Su mismo trabajo, fuente de satisfacción, lo viven -muchas veces- lúdica y creativamente. En los tiempos que corren, en todos los aspectos, ¿podríamos aprender algo de esta nueva ética o, por el contrario, estamos tan cómodos y seguros de nuestros estilos de vida que no nos merece la pena plantearnos un cambio de escenario....?


El tigre herido...